viernes, 30 de marzo de 2007

Heráclito



El segundo crepúsculo.
La noche que se ahonda en el sueño.
La purificación y el olvido.
El primer crepúsculo.
La mañana que ha sido el alba.
El día que fue la mañana.
El día numeroso que será la tarde gastada.
El segundo crepúsculo.
Ese otro hábito del tiempo, la noche.
La purificación y el olvido.
¿El primer crepúsculo?
El alba sigilosa y en el alba
la zozobra del griego.
¿Qué trama es ésta
del será, del es y del fue?
¿Qué río es éste por el cual corre el Ganges?
¿Qué río es éste cuya fuente es inconcebible?
¿Qué río es éste
que arrastra mitologías y espadas?
Es inútil que duerma.
Corre en el sueño, en el desierto, en un sótano.
El río me arrebata y soy ese río.
De una materia deleznable fui hecho, de misterioso tiempo.
Acaso el manantial está en mí.
Acaso de mi sombra
surgen, fatales e ilusorios, los días.



Jorge Luis Borges

Noche Oscura


En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada; 5

a oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada. 10

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía. 15

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía. 20

¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada! 25

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba. 30

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía. 35

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado. 40
San Juan de la Cruz

martes, 27 de marzo de 2007

Las Abarcas Desiertas

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto,
hasta cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.


Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.


Miguel Hernández

Eterna Primavera.


Y nada importa ya que el vino de oro
rebose de tu copa cristalina,
o el agrio zumo enturbie el puro vaso...
Tú sabes las secretas galerías
del alma, los caminos de los sueños,
y la tarde tranquila
donde van a morir... Allí te aguardan
las hadas silenciosas de la vida,
y hacia un jardín de eterna primavera
te llevarán un día.
Antonio Machado

lunes, 26 de marzo de 2007

Bendita Ilusión

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Dí, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.


Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.


Antonio Machado

sábado, 24 de marzo de 2007


Si de verdad quieres a alguien, lucha por su felicidad.

La Luz de la Luna Iba Nevando...

La Estrella del Pastor

Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo;
deja que abran todos mis
sueños y todos mis lirios.

Mi corazón oye bien
la letra de tu cariño...
El agua lo va contando
entre las flores del río;

lo va soñando la niebla,
lo están llorando los pinos,
y la luna rosa y el
corazón de tu molino...

No apagues, por Dios, la luz
que arde dentro de mí mismo...
Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo...


Andábamos, monte arriba,
bañados de luna... Tú
me diste -Blanca, ¿te acuerdas?-
un ramo de almoraduj.

¡Qué pálida era tu mano
mate en la penumbra azul!
¡Como miraban tus ojos!
¡Oh! ¡Como estabas...!


La luz
de la luna iba nevando
por los montes negros sus
tristezas de lirios blancos,
no tan blancos como tú...

¡Blanca, Blanca! Tu me abriste
la flor de tu juventud,
bien sé que por mí tú habrías
clavado a Cristo en la Cruz.

Bien sé que me dabas todo,
tu vida, tu muerte, tu...
Bien sé que por mí te hubieras
tendido en un ataúd...

...Blanca, quién pudiera darte
todo el corazón en un
rayo de luna, en un ramo
fragante de almoraduj...

Juan Ramón Jiménez

jueves, 22 de marzo de 2007

La Caricia de los Ojos de la Luna

Poesía de Juan Ramón Jiménez

Agua verde y dormida, que no quieres ninguna
gloria, que has desdeñado ser fiesta y catarata,
que cuando te acarician los ojos de la luna
te llenas toda de pensamientos de plata...

Agua límpia y callada del remanso doliente,
que has despreciado el brillo del triunfo sonoro,
que cuando te penetra el sol dulce y caliente,
te llenas toda de pensamientos de oro...

Triste y profunda eres, lo mismo que mi alma;
a tu sombra han venido a pensar los dolores,
y brotan, en la plácida delicia de tu calma,
los más puros ensueños y las más bellas flores...

Mi selección del día

Un poema de Antonio Machado

Soñé que tú me llevabas

por una blanca vereda,

en medio del campo verde,

hacias el azul de las sierras,

hacia los montes azules,

una mañana serena.



Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de un alba de primavera.



Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdaderas...

Vive, esperanza, ¡quién sabe

lo que se traga la tierra!



(Imagen de google)

Presentación


Soy una persona tranquila